The ice storm. USA, 1997
Director: Ang Lee
Guionista: James Schamus, basándose en la novela de Rick Moody
Intérpretes: Kevin Kline, Joan Allen, Sigourney Weaver, Tobey Maguire, Christina Ricci, Elijah Wood, Adam Hann - Byrd
Temáticas de interés: intercambio de parejas, adulterio, promiscuidad, descubrimiento del sexo
Sinopsis:
Paul, un estudiante, vuelve a casa de sus padres, Ben y Elena, para celebrar en familia el día de acción de gracias de 1973 en medio de condiciones atmosféricas adversas, hielo y nieve. Su hermana pequeña, Wendy, tiene un comportamiento extraño: se muestra huraña, agresiva, y muy deseosa de entablar relaciones sexuales con los chicos de la casa de al lado, cuya madre, por otra parte, es la amante de Ben. La inestabilidad afecta a toda la familia: Elena, la madre, empieza a sospechar que su marido le es infiel y a actuar de una forma también desconcertante. Por otra parte, en el acomodado círculo social de Elena y Ben empiezan a llegar los nuevos aires de modernidad procedentes de California: a imitación de lo que está de moda allí, sus amigos organizan una fiesta de intercambio de parejas.
Comentario:Todos recordamos que

durante los aun recientes años noventa se vivió un revival importante de los setenta, la década fetiche de la generación anterior.
La tormenta de hielo, no obstante, fue una de las escasas películas que fue más allá de la simple postal nostálgica de música disco y pantalones de campana para llevar a cabo un análisis de las luces y sombras de la época de la
contracultura y la
liberación sexual. Para ello, Ang Lee, que se atrevía por primera vez a hacer una obra totalmente dramática dentro del mismo registro costumbrista que ya había practicado en comedias como
El banquete de bodas o
Sentido y sensibilidad, recurrió a adaptar una poco conocida novela de Rick Moody acerca de dos familias vecinas entrelazadas de forma un tanto culebronesca.
La voz en off de Paul
(Tobey Maguire), el hijo mayor de una de ellas, nos introduce en la historia: Paul es la mirada neutra a través de la cual vemos a su padre, Ben
(Kevin Kline), representante de la doble moral de la tradición patriarcal que se está resquebrajando durante esa época. Casado con Elena
(Joan Allen), la perfecta esposa a la antigua, responsable, dócil y callada, mantiene una aventura con su vecina Janey
(Sigourney Weaver), lo cual no le supone ningún impedimento para considerarse un hombre respetable e intentar imponer un cierto orden moral en su familia. Con escaso éxito, porque durante esa época empieza a producirse entre las familias acomodadas un fenómeno que con los años irá a mucho más, y que se extenderá a las clases media y baja: los hijos, llenos de un precoz desencanto y totalmente faltos de ilusiones y de valores, no muestran ningún respeto hacia los adultos ni hacia una moral que ya perciben como hipócrita y caduca.
Así pues, vemos también a Wendy
(Christina Ricci), la típica adolescente desorientada, arisca, frustrada y llena de rabia pese a tenerlo todo, o tal vez precisamente por

tenerlo todo. Wendy se enfrenta de forma brusca e impulsiva al deseo sexual que empieza a experimentar. Ella ya no ha sido educada en la represión de su madre, cuya neurosis se plasma a través de pequeños robos en tiendas, pero no le han ofrecido a cambio otro tipo de perspectiva de las cosas; la formación sexual, así como la ética y la moral, brilla por su ausencia en su familia (prueba de ello es que, cuando Ben intenta hablar de sexo con Paul, sólo es capaz de decirle de forma harto torpe que la bañera no es el mejor sitio para masturbarse). Por lo tanto, la joven da tumbos: experimenta con Mikey, el hijo de la amante de su padre, y cuando éste se asusta y la rechaza, no duda en intentarlo con el hermano menor de Mikey, el pequeño e introvertido Sandy, al que se acerca de una forma que, dada la mayor edad de Wendy, roza el abuso, aunque la muchacha es demasiado inconsciente y egoísta para percibirlo, o para que le importe en caso de que se dé cuenta.
Los padres de Wendy y de Mikey perciben que el comportamiento de sus hijos no es el adecuad

o, pero se ven incapaces de ayudarles: el rol del padre tradicional ya no funciona en la era de la contracultura, pero tampoco saben actuar de otra forma. Aparte de no saber qué hacer, los adultos están ocupados en otras cosas, también ellos son egoístas y están dominados por el hedonismo y el consumo. Así pues, dejan a los jóvenes a su aire, mientras ellos intentan también descubrir o redescubrir su sexualidad de manera igualmente patosa. Casi treinta años después de
Bob, Carol, Ted y Alice, el
amor libre y el
intercambio de parejas, el nuevo paradigma de modernidad entre la burguesía en ese momento, se recuerdan como un juego ingenuo y no carente de patetismo. Un polvo fugaz en el coche de su vecino no es en absoluto la liberación sexual que Elena tanto necesita. Sobre todo cuando ha aceptado participar en el juego de sexo rápido por despecho al estar segura de que su marido le está siendo infiel.
A pesar de esta visión un tanto amarga y pesimista de las cosas, el film, siempre frío, sutil y muy elegante, no carga en absoluto las tintas, y deja una puerta abierta a la esperanza. Aunque la desorientación de adultos y niños desemboca en la tragedia, Ben es consciente de ello y pide ayuda, rompiendo a llorar en la magistral escena final del film. La familia intenta mantenerse unida y su esposa le pone la mano en el hombro en un tímido intento de reconciliación. Ha hecho falta que la situación se desborde para que los adultos reaccionen, pero tal vez sea posible arreglar las cosas.