25 marzo 2007

Up!: el maravilloso mundo de Russ Meyer

Up! USA, 1976.

Director: Russ Meyer

Guionistas: Roger Ebert y Russ Meyer

Intérpretes: Raven de la Croix, Janet Wood, Kitten Natividad, Foxy Lae, Monty Bane

Temáticas de interés: promiscuidad, fetichismo

Sinopsis:

Adolf Schwarz, un personaje de notable parecido con un dictador alemán del mismo nombre, es asesinado tras una orgía. Sin que sepamos que relación puede tener con este prólogo, la historia pasa a continuación a Margo Winchester, una recién llegada a un pueblo de la América profunda que causa estragos entre los hombre


Comentario:

El director Russ Meyer es parte fundamental de la historia del cine erótico. Antes de él existía un cine pornográfico clandestino y la frontera entre las películas convencionales con pretensiones artísticas o narrativas y la pornografía estaba muy marcada. Él se colocó en una tierra de nadie con obras en las que el deleite en la exhibición del cuerpo femenino ocupa desde luego un lugar central, pero sin caer en la ginecología del porno duro. Meyer es un niño grande que cuenta historietas de revistilla erótica construyendo un universo artificial a la medida de sus fantasías masturbatorias poblado de supermujeres de enormes curvas, con el mérito de ubicar sus relatos en pueblos de la América profunda en lugar de recurrir al exotismo y a la sofisticación típicos del género. Algunos critican que en su cine sólo haya lugar para mujeres irreales diseñadas para dar placer a los hombres, pero sin embargo muchos dan una lectura feminista de unas películas en las que las chicas son las grandes heroínas que conducen la acción, mientras que los hombres se muestran como meros obsesos que babean detrás de ellas.

Up!, conocida aquí a veces como Megavixens, para englobarla en una supuesta trilogía junto a Vixens y Supervixens, tiene la peculiaridad de ser probablemente la película más enloquecida de su director, con la trama más disparatada y rocambolesca. Kitten Natividad, su musa y pareja, hace, como ella misma dice, la función de coro griego que nos explica la historia con delirantes diálogos interrumpidos con insertos de primerísimos planos de su cuerpo. Una desternillante muestra de cine claramente autoral e inclasificable donde resulta muy difícil saber hasta que punto el delirio es premeditado.

Escenas destacadas:

  • Adolfo Schwarz protagoniza una variada orgía bisexual y sadomasoquista en la que es azotado, obligado a practicar sexo oral con una mujer negra y luego sodomizado por un hombre. A continuación es misteriosamente asesinado en la bañera.
  • Las dos heroínas de la historia protagonizan una persecución desnudas a través del bosque en la que explican al espectador la rocambolesca trama del film.

Anécdotas:

  • No logró la popularidad de otros títulos de su director, por lo que tardó varios años en estrenarse en Europa. Al parecer permanece inédita en salas en España, aunque sí se ha pasado por televisión con el título de Megavixens.

Sobre el director:

Russ Meyer (California 1922-2004) se dedicó desde muy joven a la fotografía. Tras trabajar para playboy, se pasa al cine convirtiéndose en un pionero del softcore (porno suave o cine erótico sin escenas totalmente explícitas). Durante los años 60 sus obras se van enrareciendo y adquiriendo un tono cada vez más surrealista de dibujos animados en los que el sexo se entremezcla con la violencia en historias disparatadas que curiosamente producen reacciones enfrentadas de admiración y desdén entre los críticos. Sus obras más famosas son Vixens (1968), que significa zorras, y sus secuelas Supervixens (1975) y Beneath the valley of the ultra-vixens (1979). Muchas de sus películas han sido retituladas como Megavixens, Hollywood vixens, etc. lo que lleva a gran confusión al rastrear su filmografía. Aparte de por lo inclasificable de las tramas, sus películas son fácilmente distinguibles por las desmesuradas tallas de sujetador de las actrices.

Enlaces:

09 marzo 2007

El amor después de mediodía: vida conyugal sana

L'amour l'après-midi. Francia, 1972.

Director: Eric Rohmer

Guionista: Eric Rohmer

Intérpretes: Bernard Verley, Zouzou, Françoise Verley

Temáticas de interés: adulterio

Sinopsis:

Frédéric vive una vida estable y burguesa al lado de su mujer, Hélène. Trabaja en una oficina en el centro de París y endulza su cómoda rutina matrimonial fantaseando con las mujeres que ve por la calle. La entrada en su vida de Chloé, la ex-amante de uno de sus amigos, va a desequilibrar tanta armonía y provocarle un dilema.

Comentario:

El cine (al igual que la música o la literatura) suele hablar de amores que empiezan o de relaciones que ya están rotas, pero rara vez se adentra en lo que ocurre en la cotidianeidad de las parejas. El chico y la chica se besan y se enamoran al final de una comedia romántica, pero ¿qué pasa tres o cuatro años más tarde? Ahí comienza El amor después de mediodía, y lo hace con naturalidad y sin cargar las tintas. La rutina burguesa del trabajo y la pareja estables no se describen como el nirvana al que hay que aspirar, ni tampoco se recurre al otro tópico fácil, que es presentarlo con tintes alarmistas como la muerte en vida, algo alienante e insoportable.

Frédéric quiere a su mujer, pero después de un tiempo de relación, sobre todo tras el nacimiento de su hijo, la pasión ya no existe entre ellos y el marido echa en falta algo en su vida (probablemente la mujer también, pero el punto de vista que preside la historia es el masculino). Es un hombre tranquilo y le basta con entretenerse en imaginar historias o ensoñaciones con las desconocidas que ve en el metro o paseando por la calle. Probablemente Frédéric, envuelto en la rutina diaria, nunca ha tenido la necesidad de plantearse si su fidelidad como esposo se debe a la virtud o únicamente a que la pasividad le impide tomar la inciativa, pero cuando aparece Chloé, una mujer decidida que da el primer paso y comienza a flirtear con él, es cuando se plantea el dilema. Para ser fiel a su mujer ya no basta con dejarse llevar, ahora hace falta mostrar firmeza: el marido tendrá que cuestionarse si la fidelidad es un principio fundamental para él, y en caso de que lo sea, si tendrá el coraje de defenderlo frente a la insistencia de la que quiere ser su amante.

La encrucijada en la que se sitúa Frédéric resulta muy interesante: se está dejando involucrar en una amistad cada vez más ambigua y difícil de explicar ante los demás, sin atreverse ni a dar el paso de convertir a Chloé en su amante ni a dejar de verla. No menos contradictoria es la forma en la que ella desprecia y envidia al mismo tiempo la vida burguesa de su amigo-casi amante. Ella probablemente no esté enamorada de él y tenga sólo el despecho egoísta de quien desea lo que no puede tener, le gustaría que él renunciara a sus principios burgueses para acostarse con ella. Él comprende el juego y se deja engatusar por él porque es lo único que le saca de su monotonía, pero lo cierto es que antes o después llegará el momento que tanto teme: la pasividad y el dejarse llevar ya no servirán y tendrá que tomar una decisión: engañar a su mujer o dejar de ver a Chloé.

Escenas destacadas:

  • Chloé, molesta por la actitud indecisa de Frédéric, que no se atreve ni a acostarse con ella ni a dejar de verla, lo califica de polígamo y le sugiere que tal vez su esposa esté también engañándole. Con sus artimañas, está a punto de conseguir su propósito de seducirle, pero otra vez se queda con la miel en los labios.

Anécdotas:

  • Es el sexto y último de los cuentos morales, una saga de películas dirigidas por Eric Rohmer y producidas por el también director Barbet Schroeder.

Sobre el director:

Eric Rohmer (Nancy, Francia, 1920 - ) es, junto a François Truffaut, Claude Chabrol y Jean-Luc Godard, uno de los nombres fundamentales de la llamada nouvelle vague, que revolucionó el cine francés a principios de los años 60 y sentó las bases del cine moderno en todo el mundo. La fama le viene principalmente a raíz de sus famosas sagas, como los cuentos morales (de los que forma parte El amor después de mediodía) o los cuentos de las cuatro estaciones, que sorprenden por la naturalidad de los diálogos, fruto de un arduo trabajo previo de semiimprovisación con los actores, sus largos planos secuencia y la gran sensación de verosimilitud. El talento de Rohmer para construir historias a partir de elementos mínimos, basándose de manera principal en el diálogo, ha sido enormemente influyente, muy imitado por los cineastas independientes, y pocas veces igualado. El sexo en su cine es una fuente habitual de conflictos morales, que los personajes intentan analizar en largas charlas.

Enlaces: