27 octubre 2006

Vértigo: Fetichismo victoriano

Vertigo. USA, 1958.

Director: Alfred Hitchcock

Guionistas: Alec Coppel y Samuel Taylor, basándose en la novela de Pierre Boileau y Thomas Narcejac.

Intérpretes: James Stewart, Kim Novak, Barbara Bel Geddes

Temáticas de interés: fetichismo

Sinopsis:

John Ferguson ha tenido que retirarse prematuramente de su trabajo como policía a causa de su miedo a las alturas. Un antiguo conocido le ofrece un curioso encargo como detective privado: seguir a su mujer, Madeleine, que muestra un comportamiento muy extraño. Se pasea sola durante horas por lugares relacionados con una antepasada suya que se suicidó, y lo más inquietante es que ella no conoce la historia de esta mujer con la que está obsesionada ni es consciente de lo que hace cuando desaparece por las tardes. Además, declara sentir una fuerza dentro de ella que le dice que su lugar está en el mundo de los muertos.

Comentario:

Vértigo es considerada hoy en día la obre cumbre de Hitchcock, precisamente por la misma condición de rareza que le impidió triunfar en su momento. Es una historia de fascinación por la muerte, llevada a cabo con una puesta en escena onírica y surreal, y que resulta todavía más bizarra al analizarla en detalle, aparte de que supone una violación soterrada de las convenciones morales y sexuales dictadas por el férreo Código Hays, las normas de censura que constriñeron la producción cinematográfica de Hollywood durante treinta años, y que en la época en que se estrenó esta película, en plena eclosión de los cines modernos europeos, empezaban ya a resultar rancias. Vértigo es uno de los films más analizados de la historia del cine en cuanto a la técnica narrativa empleada por Hitchcock, pero aquí nos vamos a centrar en la sexualidad fetichista que impregna toda la historia.

En una curiosa estructura simétrica, tenemos en primer lugar la historia de un fantasma que vuelve atraído por la obsesión de un personaje, Madeleine, que no tiene interés por el mundo de los vivos y que se deja poseer por un espíritu. Hasta ahí podríamos haber tenido un melodrama fantástico podríamos decir que convencional, dentro de lo transgresor que es siempre este género, en la línea de Jennie. Pero tras la muerte de esta mujer, de la que se enamoró durante el seguimiento que llevó a cabo como detective privado, John, igual que ella en vida, vive también fuertemente enlazado a un fantasma, el de la propia Madeleine, al que intenta revivir cuando conoce a Judy, de asombroso parecido con la muerta.

En el extraño triángulo que forman John, Madeleine y Judy, no es la atracción por la muerte el único aspecto que desafía la moral de Hollywood: a pesar de ser el héroe de la película, John se enamora de una mujer casada, con el agravante de haber sido contratado para vigilarla por el propio esposo engañado. Cuando ella se tira a la bahía de San Francisco en un intento de suicidio fallido, él la lleva a su apartamento, la desnuda y la acuesta, un comportamiento bastante chocante para una película comercial de esa época, en lugar de la mucho más decorosa opción de recurrir a su amiga Midge (Barbara Bel Geddes) para que lleve a cabo tan delicada tarea. Pero sobre todo, cuando más adelante John conoce a Judy, desarrolla una fijación fetichista por vestirla, peinarla y transformarla en la muerta: Hitchcock, además, se complace en compartir esta fascinación por cada detalle de la metamorfosis de Judy, con abundantes planos detalle de las ropas y partes del cuerpo de la mujer. Para entonces, además, la trama criminal de la película ya ha sido aclarada para el espectador, por lo que el interés de la historia se centra en satisfacer todos y cada uno de estos aspectos de esta pasión fetichista durante unos treinta minutos de metraje que suponen la cumbre de Hitchcock como erotómano.

Se suele hablar de necrofilia en Vertigo, pero realmente lo que suele excitar a los necrófilos es la absoluta inmovilidad de la otra persona, por lo que, si hay alguna escena necrófila en el film, sería el momento elidido en el que John desnuda a Madeleine, inconsciente tras haberse tirado a la bahía, y disfruta de la visión de su cuerpo. La historia trata más bien, sobre todo en la muy bizarra parte final, de la fijación fetichista por un físico y una ropa determinados, unos gustos que son los que probablemente hacen que a John sólo le resulten deseables un determinado tipo de mujeres y no su amiga Midge, con la que tiene una relación casta a pesar de que resulte evidente que ella está enamorada de él y que ambos se entienden bien, tienen mucho en común y podrían formar una buena pareja.

Escenas destacadas:

  • Madeleine contempla absorta el retrato de su antepasada en un museo. La cámara contempla sensualmente su nuca mientras mira el cuadro.
  • La nuca no es la única zona de la anatomía femenina que se observa con lupa fetichista: cuando John busca el vestido que transformará a Judy en Madeleine, hay un primer plano de los zapatos de tacón de una modelo que hubiera entusiasmado a Luis Buñuel.
  • Por fin, Judy se muestra ante John totalmente transformada en Madeleine. El reflejo de la luz de neón del edificio de enfrente proyecta una luz fantasmal sobre ella, haciéndola parecer realmente surgida de entre los muertos.

Anécdotas:

  • Pierre Boileau y Thomas Narcejac escribieron la novela D’entre les morts expresamente para Alfred Hitchcock cuando se enteraron del interés del maestro por su novela anterior, La que no existía. Otro genio del cine negro, Henri-Georges Clouzot, se había adelantado a la hora de comprar los derechos, convirtiendo la adaptación en la obra maestra Las diabólicas.
  • En el famoso libro que recoge las conversaciones entre Hitchcock y François Truffaut, el primero se muestra descontento con la elección de Kim Novak, al considerar que su evidente sensualidad resulta demasiado vulgar para el gusto del público. Truffaut responde sorprendido que ese tipo de actrices le encantan al público masculino, a lo que el maestro inglés replica sabiamente que las mujeres no soportan la vulgaridad en otra mujer, y que en las parejas son ellas las que, a la entrada del cine, deciden qué película se va a ver y, a la salida, si ha sido buena o no.
  • Se estrenó en el por entonces muy joven festival de cine de San Sebastián, obteniendo la Concha de Plata y el premio al mejor actor para James Stewart. A pesar de ser una de las películas más alabadas de la historia del cine hoy en día, en su momento no consiguió muchos más premios. Los Oscar la despacharon con un par de nominaciones en las categorías de sonido y dirección artística.
  • Su éxito de taquilla fue más bien escaso: la recaudación en Estados Unidos se quedó bastante por debajo del coste de la película.

Sobre el director:

Considerado casi oficialmente como el mejor director de la historia del cine, podríamos explicar de forma muy breve la importancia de Alfred Hitchcock (alrededores de Londres 1899 – Los Angeles 1980) centrándonos en que creó, fundiendo el cine negro con el melodrama psicológico, un género que no existía y que hoy resulta tan cotidiano como el thriller o película de suspense, y que fue un enorme revolucionario de la narrativa cinematográfica, consiguiendo integrar sus innovaciones en el cine más comercial y conjugar vanguardia y entretenimiento de una forma que nadie ha logrado antes ni después. Hitchcock es además un gran erotómano victoriano: producto de una cultura represora, el erotismo, que no se atreve a mostrar directamente prefiriendo llevarlo al terreno del fetiche, siempre va ligado en su cine al peligro y al pecado. Además del ensayo fetichista de Vertigo, llevó a cabo todo un psicodrama sexual freudiano como Marnie la ladrona, además de contar las peripecias de un asesino y violador en Frenesí.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí, es bastante curioso como muchas de las consideradas en la actualidad obras maestras de Hitchcock, en su día no tuvieron un gran reconocimiento, por no mencionar la ausencia de premios destacados, como Oscars. Probablemente demasiado rompedoras en muchos sentidos para aquella época.

A mí esta película me parece muy buena (claro que sobra decir que el cine de Hitchcock me encanta XD), aunque tampoco es que sea de mis favoritas de su filmografía.

Buen análisis. Saludos!

Dillinger is dead dijo...

Efectivamente, las obras maestras suelen ser polémicas o totalmente ignoradas en su día, mientras que las películas que reciben cinco estrellas en la prensa suelen ser olvidadas poco después.

Vertigo tampoco es de mis favoritas de Hitchcock, prefiero Psicosis o Los pájaros, pero es una de sus obras más arriesgadas y bizarras, y desde el punto de vista del erotismo en su cine, la más emblemática. Gracias por el comentario y saludos