The children's hour. USA, 1961.
Director: William Wyler
Guionista: John Michael Hayes basándose en la obra teatral de Lillian Hellman
Intérpretes: Audrey Hepburn, Shirley MacLaine, James Garner
Temáticas de interés: lesbianismo, represión
Sinopsis:
Karen y Martha dirigen un colegio privado para chicas en una pequeña localidad. Cuando una de sus alumnas más díscolas es castigada, la niña como venganza extiende el rumor de que existe una relación amorosa entre las dos amigas.
Comentario:
El llamado código Hays de censura que condicionó toda la producción hollywoodiense durante más de treinta años prohibía cualquier referencia a la homosexualidad. No es que hubiera que mostrarla como algo malo, es que debía ser invisible, no podía existir. Ya vimos los conflictos a los que esto dio origen en las adaptaciones de obras teatrales que en el escenario se veían con normalidad y sin problemas de censura, como La gata sobre el tejado de zinc. Desde comienzos de los años 60, sin embargo, el código se veía como algo cada vez más anquilosado y los directores empezaban a desafiarlo. Uno de ellos fue William Wyler, el cual se atrevió a poner sobre la mesa la historia de dos profesoras acusadas de lesbianismo, algo no sólo mal visto en la época en la que está ambientada la historia (los años 30) sino también ilegal.
La acusación arruina la vida de las dos mujeres; los padres retiran en masa a las hijas del colegio regentado por las dos presuntas lesbianas, guiados por los típicos prejuicios homófobos de relacionar homosexualidad con pederastia y pensar que la orientación sexual de un niño o un adolescente puede alterarse si está bajo la tutela de personas homosexuales. El film denuncia la cerrazón y lo opresivo de la comunidad en la que viven las dos mujeres y el daño que pueden llegar a causar los rumores. Pero al mismo tiempo parece dar también la razón en parte a quien afirma que suele haber algo de verdad detrás de las habladurías.
En efecto, los cotilleos malsanos llevan a Martha, una de las dos mujeres, a plantearse la importancia en su vida de su estrecha relación con su amiga. Mientras que un hombre se puede dar cuenta más fácilmente de su falta de interés por el sexo opuesto, ésto es más difícil para las mujeres por el cliché de que a ellas no les interesa el sexo en sí sino sólo la parte afectiva y emocional de una relación: si no tienen una auténtica sexualidad no pueden ser homosexuales. Esta invisibilidad del lesbianismo hace muy verosímil el personaje reprimido de Martha, una mujer que rehuye a los hombres y vive unida afectivamente a otra mujer sin ser consciente de la verdadera magnitud de sus sentimientos hacia ella. No menos interesante es el personaje de Karen, supuestamente heterosexual pero cuya inocencia lleva a plantearse si realmente no ve o si más bien no quiere ver que Martha está enamorada de ella.
Atreverse a plantear estos espinosos temas ya le vale de por sí a La calumnia la clasificación de obra valiente y arriesgada, aún cuando el tratamiento del tema esté muy lastrado por las ideas homófobas del pasado: como en De repente el último verano y otros títulos de esa época, la homosexualidad se ve como una monstruosidad imposible de afrontar cuya única solución es la muerte. Todavía podemos ver restos de esta visión de las cosas en películas no muy antiguas, puesto que el cine políticamente correcto de hoy en día sigue relegando a sus personajes homosexuales a un puesto secundario y castigándolos para que puedan contar con la simpatía del público: en Cuatro bodas y un funeral uno de los miembros de la pareja gay moría, mientras que en Mejor imposible el típico amigo amanerado de la chica sufría una paliza.
SPOILER: teniendo en cuenta esto es fácil comprender que un final en el que Martha al descubrir su auténtico yo lo asumiese y se marchara a hacer su vida a la ciudad no habría sido aceptable en una película de esta época, siendo el suicidio su única salida. Lo más enigmático es qué ocurre tras este final con el personaje de Karen, si vivirá una vida normal con su novio y futuro marido, o si la muerte de su amiga le hará caer en la cuenta de su propia homosexualidad. Curiosamente, La gata sobre el tejado de zinc comienza donde acaba La calumnia (aunque con dos chicos en lugar de dos chicas), con el suicidio del amante platónico y lo que ocurre después.
La acusación arruina la vida de las dos mujeres; los padres retiran en masa a las hijas del colegio regentado por las dos presuntas lesbianas, guiados por los típicos prejuicios homófobos de relacionar homosexualidad con pederastia y pensar que la orientación sexual de un niño o un adolescente puede alterarse si está bajo la tutela de personas homosexuales. El film denuncia la cerrazón y lo opresivo de la comunidad en la que viven las dos mujeres y el daño que pueden llegar a causar los rumores. Pero al mismo tiempo parece dar también la razón en parte a quien afirma que suele haber algo de verdad detrás de las habladurías.
En efecto, los cotilleos malsanos llevan a Martha, una de las dos mujeres, a plantearse la importancia en su vida de su estrecha relación con su amiga. Mientras que un hombre se puede dar cuenta más fácilmente de su falta de interés por el sexo opuesto, ésto es más difícil para las mujeres por el cliché de que a ellas no les interesa el sexo en sí sino sólo la parte afectiva y emocional de una relación: si no tienen una auténtica sexualidad no pueden ser homosexuales. Esta invisibilidad del lesbianismo hace muy verosímil el personaje reprimido de Martha, una mujer que rehuye a los hombres y vive unida afectivamente a otra mujer sin ser consciente de la verdadera magnitud de sus sentimientos hacia ella. No menos interesante es el personaje de Karen, supuestamente heterosexual pero cuya inocencia lleva a plantearse si realmente no ve o si más bien no quiere ver que Martha está enamorada de ella.
Atreverse a plantear estos espinosos temas ya le vale de por sí a La calumnia la clasificación de obra valiente y arriesgada, aún cuando el tratamiento del tema esté muy lastrado por las ideas homófobas del pasado: como en De repente el último verano y otros títulos de esa época, la homosexualidad se ve como una monstruosidad imposible de afrontar cuya única solución es la muerte. Todavía podemos ver restos de esta visión de las cosas en películas no muy antiguas, puesto que el cine políticamente correcto de hoy en día sigue relegando a sus personajes homosexuales a un puesto secundario y castigándolos para que puedan contar con la simpatía del público: en Cuatro bodas y un funeral uno de los miembros de la pareja gay moría, mientras que en Mejor imposible el típico amigo amanerado de la chica sufría una paliza.
SPOILER: teniendo en cuenta esto es fácil comprender que un final en el que Martha al descubrir su auténtico yo lo asumiese y se marchara a hacer su vida a la ciudad no habría sido aceptable en una película de esta época, siendo el suicidio su única salida. Lo más enigmático es qué ocurre tras este final con el personaje de Karen, si vivirá una vida normal con su novio y futuro marido, o si la muerte de su amiga le hará caer en la cuenta de su propia homosexualidad. Curiosamente, La gata sobre el tejado de zinc comienza donde acaba La calumnia (aunque con dos chicos en lugar de dos chicas), con el suicidio del amante platónico y lo que ocurre después.
Escenas destacadas:
- Unos niños se acercan al colegio para burlarse de las supuestas lesbianas. Martha sale a la puerta enfrentándose con ellos a gritos de He aquí el monstruo.
- William Wyler había dirigido en 1936 Esos tres, adaptación de la misma obra teatral en la que se inspira La calumnia, por lo que se puede decir que hizo un remake de su propia película. Por razones de censura, Esos tres había eludido cualquier referencia a la homosexualidad y había convertido la historia en un triángulo amoroso convencional. La calumnia, en cambio, es fiel al contenido de la pieza teatral original.
- No tuvo un gran éxito de taquilla, pero sí buena acogida por parte de la prensa y la industria, que se reflejó en cinco nominaciones al Oscar en categorías menores.
- Se dice que en el montaje Wyler recortó varias escenas que hacían más explícita la sexualidad de Martha para evitar conflictos mayores con la censura.
Sobre el director:
William Wyler (Mulhousen, Alsacia, 1902 - Los Angeles, 1981) es uno de los grandes maestros del Hollywood clásico. Entró a trabajar en la compañía Universal en los tiempos del cine mudo y pronto se convierte en uno de los directores más prestigiosos del estudio y mejor adaptado al prolífico sistema de producción de aquellos tiempos, llegando a dirigir más de 60 películas. Tiene el record de nominaciones al Oscar al mejor director con doce, de las cuales se llevó al gato al agua en tres ocasiones: con La señora Miniver (1942), Los mejores años de nuestra vida (1946) y Ben-Hur (1959). Pero tal vez las películas más importantes de su filmografía sean Cumbres borrascosas (1939), La loba (1941) y El coleccionista (1965).
Enlaces:IMDB
Mundo DVD
3 comentarios:
De este director he visto todas las que mencionas en su reseña, pero no la de "Mujer contra mujer", me la apunto. Excepcional blog, saludos!!
Gracias, muy amable. La calumnia no es la obra maestra de su director pero cualquier amante de William Wyler la disfrutará. Un saludo.
A mi me encantó " la calumnia", gran historia, grandisimas interpretaciones y gran dirección. Recientemente he podido ver ver "esos tres" que tb me ha gustado, pero mucho mejor con Audrey y Shirley. Pagaria por ver esas escenas cortadas ;) William Wyler era un genio, ya no se hacen pelis asi..q lástima.
dioss como odio a la niña de la peli!!!! jaja
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