09 abril 2007

El cuarto hombre: la viuda negra y el escritor

De vierde man. Holanda, 1983.

Director:
Paul Verhoeven

Guionista:
Gerard Soeteman, basándose en la novela de Gerard Reve


Intérpretes:
Jeroen Krabbe, Renée Soutendijk, Thom Hoffman

Temáticas de interés:
crimen sexual, homosexualidad masculina

Sinopsis:

Gerard, un escritor con problemas de dinero y de salud por beber demasiado, intenta ligar con un guapo jovencito en la estación mientras espera por el tren hacia una pequeña ciudad en la que tiene que dar una conferencia. Una vez allí conoce a Christine, la tesorera de la asociación que le ha invitado a dar su charla, y acepta su invitación para pasar la noche. Al día siguiente piensa regresar y abandonarla, pero descubre que es la novia del joven de la estación por lo que decide quedarse, a pesar de las amenazantes visiones que está teniendo que parecen querer avisarle de algún peligro relacionado con Christine.

Comentario:

Poco antes de emigrar a Hollywood, el director holandés Paul Verhoeven, que pronto empezaría una carrera de enorme éxito internacional con Robocop, Desafío total e Instinto básico, ponía en imágenes de forma onírica, hipnótica y morbosa una novela que gira en torno a los dos grandes ejes de su filmografía: eros y tanatos, el sexo y la muerte. Gerard, el protagonista (de mismos nombre y apellido que el autor del libro), de viva y calenturienta imaginación, sufre atroces visiones que parecen querer prevenirle de algún peligro. Estas fantasías derivan en parte de unas convicciones católicas que le fascinan y le crean culpabilidad al mismo tiempo, y en parte de su vida desordenada típica de escritor, en la que podemos intuir ciertas dificultades económicas y cierto abuso del alcohol.

Aunque se suele decir que El cuarto hombre trata de un escritor bisexual, Gerard muestra muy poca atracción por las mujeres. De Christine lo atraen su cuerpo y su aspecto andróginos, e incluso necesita cubrirle los pechos e imaginarse que es un chico para mantener relaciones sexuales con ella. No tiene gran interés en la chica y si finge enamorarse y querer seguir a su lado es para poder conocer a su novio, un guapo joven al que intentó ligarse el día anterior en la estación. La homosexualidad de Gerard resulta, eso sí, muy literaria, porque, de acuerdo con las tesis y la simbología freudianas que campan a sus anchas en la película, parece ir asociada a la misoginia, a un miedo atávico a las mujeres.

Y es que Christine, la regente de la peluquería Dalila, es la viva imagen de la castración, que Verhoeven no repara en mostrar sin tapujos en una de las terroríficas ensoñaciones del protagonista. Tiene un punto insensible en la espalda como las brujas y sus tres maridos murieron en extrañas circunstancias. El determinismo místico de Gerard le lleva a buscar una conexión entre todo lo que ocurre a su alrededor y a ver en sus pesadillas un mensaje divino de protección contra la mujer malvada en el enloquecido y espectacular final del film. Pero como ocurría también en Instinto básico, el impulso sexual es más fuerte que el de conservación: saber que la mujer lo llevará a la perdición no impide que Gerard se quede con ella con la intención de seducir a su amante.

Escenas destacadas:

  • Gerard se despierta resacoso; intenta afeitarse pero el temblor en la mano, debido probablemente al abuso de alcohol, se lo impide. Le pide al chico con el que ha pasado la noche que lo acompañe a la estación. Éste se niega y Gerard se imagina a sí mismo estrangulándolo.
  • Gerard está en la cama con Christine. Para excitarse le tapa los pechos con la mano y le dice cuanto se parece a un chico.
  • Christine se despierta en la cama con Gerard. Hurga entre sus piernas y él se da cuenta horrorizado de que tiene unas tijeras en la mano con las que le arranca sin dudarlo los genitales. En ese momento él se despierta: se trata de otra de sus pesadillas.
  • Gerard se refugia en una iglesia. En su imaginación calenturienta, uno de los crucifijos del lugar cobra vida: el crucificado no es otro que el guapo novio de Christine vestido sólo con un taparrabos. Gerard se lo baja y se dispone a practicarle una felación. Su fantasía sólo se detiene cuando ve la cara de horror de una de las feligresas.
  • Contento de quedarse a solas con él, Gerard consigue por fin seducir al novio de Christine. Los dos se refugian de la tormenta en un cementerio y se besan con lujuria en la secuencia más lúbrica del film. Pero un relámpago ilumina el interior del panteón en el que se han guarecido, que resulta ser la tumba de los tres maridos de Christine.

Anécdotas:

  • Al contrario que casi todas las otras obras de su director, tuvo una muy buena acogida entre los críticos y en los festivales internacionales de cine pero un resultado más bien flojo en taquilla. Tal vez por ello, no está entre las películas favoritas de Verhoeven, pese a ser una de sus obras maestras.
  • Años más tarde, Verhoeven llevaría a cabo Instinto básico, una película que podría verse como una versión en clave más comercial de El cuarto hombre, por volver a tratar el tema de la femme fatale. Surgió la idea de contratar para Instinto básico a la misma protagonista de El cuarto hombre, Renée Soutendijk, pero el director prefirió recurrir a una actriz americana (Sharon Stone, como muchos bien recordamos) para que el personaje resultara más ambiguo y no fuera automáticamente catalogada como la mala de la historia.
  • El autor de la novela en que se basa el film, Gerard Reve, es uno de los nombres más polémicos de la literatura en lengua neerlandesa en las últimas décadas, por su militancia homosexual y católica al mismo tiempo. Unos años antes de su muerte en 2006, el rey de Bélgica (puesto que Reve es flamenco) se negó a otorgarle un importante premio literario porque su pareja había abusado al parecer de un menor.

Sobre el director:

A Paul Verhoeven (Amsterdam, 1938) no le gusta pasar desapercibido. En su país natal, Holanda, se hizo famoso durante los años 70 dirigiendo películas de alto contenido erótico como Delicias turcas (1973), la escandalosa Spetters (1980), o El cuarto hombre (1983). En ellas aparecía un tratamiento del sexo muy explícito y crudo, poco complaciente e integrado en una visión pesimista de la naturaleza humana fruto de su educación religiosa. A continuación viajó a Estados Unidos donde su forma igualmente áspera de mostrar la violencia destacó en Robocop (1987) y Desafio total (1990). A continuación volvió a dar rienda suelta a su gusto por el escándalo con Instinto básico (1992), Showgirls (1995), clasificada X en los Estados Unidos, y la adaptación de la novela de ciencia-ficción de extrema derecha Starship troopers (1997). Tras el enorme éxito comercial de sus primeras películas americanas, su obra posterior a Instinto básico no ha tenido la misma repercusión.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

El momento destacado que señalas en cuarto lugar es inolvidable.

Viendo estoy que analizas aquí y reflexionando un poco sobre otros papeles femeninos que suele presentar Verhoeven, ¿crees que él mismo es un tanto misógino?

Dillinger is dead dijo...

Muy interesante pregunta. A Verhoeven le gusta jugar con la misoginia de una forma perversa y un tanto peligrosa, pero sabe muy bien que teclas está tocando. Aquí en El cuarto hombre la explicación más verosímil del relato es que el protagonista está desarrollando una esquizofrenia paranoide y que la mujer es mala solamente en sus delirios misóginos. En Instinto básico ella es el personaje más fascinante de la función y él sólo un pelele, los hombres suelen salir muy mal parados en su cine. Su personaje más positivo, y lo más parecido a un héroe convencional, es la chica de El libro negro, su última película. Verhoeven puede recurrir a la misoginia pero siempre se la cuestiona y da otra lectura alternativa.