25 diciembre 2006

El Decamerón: Carpe Diem

Il decameron. Italia, 1971.

Director : Pier Paolo Pasolini

Guionista : Pier Paolo Pasolini, inspirándose en la obra de Giovanni Bocaccio

Intérpretes: Franco Cinti, Ninetto Davoli, Angela Luce, etc.

Temáticas de interés : Adulterio, sexo esporádico

Sinopsis:

Un grupo de monjas seduce a un joven sordomudo al que han acogido para que lleve a cabo trabajos en el convento; una mujer esconde a su amante en una tinaja cuando su marido aparece de improviso en casa; los tres hermanos de una chica se vengan del hombre que le ha quitado su honor, aunque ella está enamorada de él; una joven pide a sus padres permiso para dormir en el tejado y de esta forma poder recibir a su novio por la noche .... En total, nueve historias sacadas del célebre Decamerón de Bocaccio.

Comentario:

El decamerón de Bocaccio es una de las obras clave de la literatura medieval italiana. Se trata de una recopilación de historias populares que, supuestamente, diez supervivientes de una epidemia de peste se cuentan unos a otros durante diez noches. Su importancia radica en su modernidad; la obra es precursora del Renacimiento por centrarse, en pleno siglo XIV, en asuntos totalmente paganos sin pizca de idealismo ni misticismo.

Naturalmente, el que Pasolini decidiera adaptar El decamerón al cine no se debe solamente a su interés filológico por el libro ni a la casualidad. El tiempo convierte a las obras más incendiarias en clásicos universalmente aceptados, por lo que la coartada de adaptar un libro de referencia de la literatura italiana le venía muy bien como vehículo para llevar a cabo un film que es toda una celebración de la vida y el erotismo, con un tono además beligerantemente anticlerical (y aún siendo una adaptación literaria de prestigio, la película tuvo serios problemas con la censura). Tal vez al espectador actual le cuesta hacerse a la idea de hasta que punto era transgresor en la Italia de ese momento presentar en la gran pantalla unas historias en las que los representantes de la iglesia que aparecen son curas y monjas lascivos, cuando no tontorrones. Por si eso fuera poco, la moral sexual cristiana se ve ridiculizada en prácticamente todos los relatos: la pluma de Bocaccio y la cámara de Pasolini se ponen más del lado de la mujer adúltera que del marido cornudo, y el episodio en la que los padres de una doncella desflorada por su novio la casan para evitar el escándalo (contentos porque además emparentan así con una buena familia) da también una visión harto cínica del matrimonio.

Además de ser todo un alegato contra las “buenas costumbres” y el pensamiento conservador, El decamerón se acerca a la sexualidad de una forma enormemente natural: de hecho, como en otras de sus películas, Pasolini, gran amante de la etnografía, no recurrió a actores profesionales sino a gente de los pueblos cuyas caras le gustaban o llamaban la atención. Además, la desinhibición y falta de sentido de culpa, típicas de la liberación sexual de esos años, que rezuman las historias se echan de menos incluso en la actualidad. Por poner un ejemplo, la violación sistemática de un discapacitado que llevan a cabo las monjas de un convento en una de las historias se vería, bajo el pensamiento políticamente correcto dominante hoy en día, como algo condenable, mientras que en el film el supuesto sordomudo y deficiente, que no lo es en realidad, no lo vive como ningún trauma, y lo mismo se puede decir de la mujer engañada y manoseada por un cura, que supuestamente pretende convertirla en animal de carga por petición de su marido, en otro episodio. No en vano, la película es la primera parte de la llamada Trilogía de la vida de su director, y su mensaje es, evidentemente, que hay que disfrutar de ésta y de los placeres que nos ofrece.

Escenas destacadas:

  • Una de las monjas del convento se decide a aprovecharse del sordomudo y supuestamente tonto jardinero para probar placeres carnales. Su cara de satisfacción durante y después del acto es tal, que todas sus compañeras quieren probar también.
  • La adúltera que ha escondido a su amante en la tinaja le hace creer a su marido que el hombre quiere comprarla, por lo que le conviene introducirse en ella para limpiarla a fondo. Mientras el marido se dedica a las labores de limpieza dentro de la tinaja, fuera de ella los amantes gozan prácticamente delante de sus narices.
  • Un cura hace creer a un campesino que puede transformar a su mujer en burra. Para llevar a cabo el encantamiento, la desnuda y le introduce “la cola” delante del poco avispado marido.

Anécdotas:

  • La polémica despertada fue tal que muchos ciudadanos particulares y varios procuradores de la República (cargo político semejante al de Gobernador Civil) lo denunciaron, provocando el secuestro de la película en varias provincias italianas.
  • El proyecto inicial de Pasolini era llevar a cabo una visión mucho más completa del libro de Bocaccio, incluyendo más historias, con un metraje de al menos tres horas.
  • Uno de los puntos del film más destacados por la crítica italiana, imperceptible fuera de su país, es la adaptación lingüística que el director, filólogo además de cineasta, llevó a cabo, al parecer con gran acierto, al emplear dialectos napolitanos en lugar de toscanos en la versión original (no obstante la película, como es habitual en el cine italiano, carece de sonido directo y fue íntegramente doblada en estudio).
  • Obtuvo el Oso de Plata (segundo premio) en el festival de cine de Berlín de 1971.

Sobre el director:

Pier Paolo Pasolini (Bolonia 1922 – Roma 1975) fue no sólo uno de los principales directores de cine italianos, sino un importante poeta, filólogo y personaje de la vida cultural de su país. Comienza su carrera en el cine con títulos influenciados por el neorrealismo, como Accatone (1961) y Mamma Roma (1962), para luego pasar a obras donde la denuncia social y la reivindicación marxista se llevan a cabo de forma más elaborada y más abstracta, como Pajaritos y pajarracos (1966) o Teorema (1968), películas que alterna con la adaptación de clásicos literarios, incluyendo el mismísimo Evangelio según San Mateo (1964), su obra más célebre. Gran polemista, la franqueza con la que hablaba tanto de sus ideas de izquierdas como de su homosexualidad lo convirtió en enemigo público número uno para los grupos conservadores italianos, hasta el punto de que se especula con la posibilidad de que alguna mano negra estuviera detrás de su asesinato, que conmocionó a la ya de por sí convulsionada Italia de los 70. El sexo se expone de forma naturalista, con gran vitalidad no exenta de cierta tosquedad, en su famosa trilogía de la vida, formada por el film que ahora nos ocupa, Los cuentos de Canterbury (1972) y Las mil y una noches (1974).

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16 diciembre 2006

El leñador: Hablando de un tabú sin acritud

The woodsman. USA, 2004.

Directora : Nicole Kassell

Guionistas : Nicole Kassell y Steven Fetcher

Intérpretes: Kevin Bacon, Kyra Sedgwick, Hannah Pilkes

Temáticas de interés : Pederastia

Sinopsis:

Walter llega a una pequeña ciudad en la que no conoce a nadie y busca trabajo en un aserradero. Es taciturno, y tiene una razón para serlo. Acaba de salir de la cárcel, en la que cumplió condena por abusar de una niña. Ahora intenta hacer una vida normal, pero le cuesta evitar el mirar por la ventana de su piso y observar a las alumnas del colegio de enfrente ...

Comentario:

El abuso de menores ha pasado en los últimos años de ser un tabú y una realidad silenciada y prácticamente desconocida a verse magnificado y resultar casi omnipresente en los medios de comunicación. En el caso del cine y los telefilms, el tratamiento del tema viene casi siempre de mano de thrillers y películas policíacas donde se intenta capturar a un asesino de niños, o bien en dramas donde el o la protagonista tiene un trauma por haber sufrido abusos en su infancia, reforzando el estereotipo y el estigma de que las víctimas de este tipo de actos nunca podrán superarlo ni llevar una vida normal. Lolita, la adaptación que llevó a cabo Stanley Kubrick sobre la amoral novela de Vladimir Nabokov, que probablemente sería impublicable hoy en día, es una de las pocas excepciones a esta regla.

El leñador coge este escabroso toro por los cuernos y se atreve a ponerse en el lugar del verdugo, no de la víctima ni de los familiares de la víctima, como es lo habitual y lo fácil, una propuesta parecida, aunque con un tema todavía más difícil, a la de la notable Te doy mis ojos de Iciar Bollaín, que contaba una historia de malos tratos intentando entrar en la psicología del maltratador en lugar de presentarlo sin más como un monstruo. En este caso, el protagonista, Walter, tiene una inclinación sexual por las niñas preadolescentes. Abusó de una y pagó por ello con la cárcel, de la que ha salido en libertad condicional. No es un psicópata ni un cínico, odia lo que hizo y no intenta justificarlo, pero le resulta muy difícil luchar contra su propia sexualidad. Por otra parte, la sociedad tampoco le ayuda: no se le ofrece ningún tipo de terapia ni de cura, su familia le rechaza, en el trabajo tiene que ocultarle a todo el mundo su pasado, y además el agente de la condicional le acosa y le humilla, aprovechándose de su sentimiento de culpa, que le hace tragarse los insultos sin rechistar.

No obstante, el film tampoco es tendencioso ni carga demasiado las tintas, en primer lugar porque refleja bastante la realidad, puesto que nadie ha encontrado ninguna cura ni terapia efectiva para la pederastia, y en segundo lugar porque Walter, por suerte, no es cien por cien pedófilo; es capaz de tener sexo con mujeres adultas e inicia una relación con una chica que no lo abandona cuando descubre su pasado, por lo que tal vez pueda haber una esperanza para él, aunque su vida no será fácil y la posibilidad de que vuelva a abusar de una niña estará siempre ahí.

De hecho, Walter inicia una amistad peligrosa con Robin, de trece años. Frente al tópico del niño raptado por un desconocido que le sube a su coche, el guión muestra como un pedófilo se va acercando progresivamente a su víctima, que suele ser alguien conocido y de su entorno, e intenta establecer una complicidad y que el pequeño comparta con él secretos que no conozcan sus padres; de esa forma se asegura el silencio y el consentimiento del menor para cuando, más adelante y de forma paulatina, empiece a hacerle proposiciones sexuales. Así pues, Walter se limita a hablar con Robin el primer día; las siguientes veces, las conversaciones se van haciendo más íntimas. Una amarga revelación que le hace la niña hará que el pederasta desista de sus intenciones, pero quizás la próxima vez no ocurra lo mismo. El leñador no es una historia moralista, edificante, ni de redención, ni tampoco es una tragedia; su modestia y su sencillez constituyen al mismo tiempo su gran virtud y su gran limitación.

Escenas destacadas:

  • Walter parece satisfecho con su nuevo piso, hasta que la expresión se le nubla al mirar por la ventana. Hay un colegio justo enfrente.
  • Tras varios días de charla en el bosque con su joven amiga, Walter intenta pasar un poco a mayores y le propone que se siente en su regazo. La respuesta de la niña le hará arrepentirse de sus intenciones.

Anécdotas:

  • El productor del film es Lee Daniels, responsable de Monster’s ball, el título que le valió el Oscar a Halle Berry, por lo que el marketing de la película, al menos en España, recurrió a la comparación entre ambas.
  • Se presentó en el festival de Sundance, y más tarde en nuestro país en el festival de Gijón. Logró tres nominaciones a los premios del cine independiente americano, entre otros galardones y nominaciones menores.

Sobre la directora:

Nicole Kassell estudió cine en la universidad de Nueva York, ciudad en la que reside. El leñador fue su debut en el largometraje; su breve curriculum también incluye un episodio de la serie de TV Caso abierto.


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03 diciembre 2006

Pintar o hacer el amor: sexo a cuatro bandas

Peindre ou faire l’amour. Francia, 2005.

Directores : Arnaud y Jean-Marie Larrieu

Guionistas : Arnaud y Jean-Marie Larrieu

Intérpretes: Sabine Azéma, Daniel Auteuil, Sergi López, Amira Casar

Temáticas de interés : Sexo en grupo, intercambio de parejas

Sinopsis:

Madeleine y William, un matrimonio de mediana edad, se trasladan a un pequeño pueblo del campo. Allí Madeleine conoce casualmente al alcalde, un invidente llamado Adam, que invita a ella y a su marido a cenar junto con su esposa Eva. Los cuatro hacen buenas migas y planean pasar un fin de semana juntos, hasta que una noche ocurre algo singular: a la hora de ir cada matrimonio a su habitación, el invidente Adam toma del brazo a Madeleine y no a su mujer. Suben a la habitación sin que ella proteste; Eva y William, por su parte, tampoco se quedan atrás y se acuestan juntos en el sofá.

Comentario:

Ya habíamos abordado el tema de la pareja abierta, el amor libre o el intercambio de parejas en películas de la era de la contracultura y la liberación sexual, los años 60-70, como Bob, Carol, Ted y Alice, o La tormenta de hielo, un film de los 90 que reflexionaba sobre esa época. En aquel momento el concepto de pareja tradicional se cuestionaba, y la fidelidad sexual dejaba por un momento de considerarse la base de una relación. Pintar o hacer el amor, en cambio, se sitúa en nuestros días, cuando esta forma de pensar se ve más bien como una reliquia del pasado. Sus personajes no deciden hacer un cuarteto por desinhibirse o por buscar nuevas experiencias que los saquen de la monotonía de muchos años de matrimonio, sino que surge entre ellos un amor a cuatro con el que en principio no contaban.

La estructura de la película responde bien a este planteamiento del intercambio como algo no buscado: en principio parece una típica comedia dramática francesa situada en provincias. El campo es el quinto personaje que aglutina a los dos matrimonios; Madeleine está pintando un paisaje cuando conoce a Adam y empieza a hablar con él. Al venir de la ciudad y no conocer a otras personas en el pueblo, Madeleine y William se encariñan poco a poco con el alcalde y su mujer. Curiosamente, muestran hasta celos cuando Adam y Eva hacen planes con otros amigos; la intimidad y el lazo emocional al que han llegado es lo que hace creíble que, cuando Adam da el paso y finge confundir a su mujer con Madeleine casi a la mitad del film, ella se deje llevar por el juego, y su marido haga lo propio con Eva. De forma muy creíble, al día siguiente el matrimonio menos experimentado reacciona con miedo y rechazo a lo que acaban de hacer, que supone romper muchos tabúes, y piensan que han sido engañados por la otra pareja. Les costará tiempo y reflexión el asimilar el sentimiento que ha nacido en ellos: tal vez el amor no sea siempre cosa de dos.

El interés de Pintar o hacer el amor supone romper totalmente el estereotipo del intercambio de parejas como algo propio de jóvenes modernos urbanos guapos y desinhibidos, y trasladarlo a matrimonios de mediana edad en el rural, viéndolo además como un lazo afectivo y una especie de pareja a cuatro en un film apacible y tranquilo, una propuesta mucho más transgresora y chocante que el proponerlo como un simple juego sexual morboso. De ahí, probablemente, la discreta acogida del film entre la crítica y el público.

Escenas destacadas:

  • Adam coge del brazo a Madeleine, a la que aparentemente ha confundido con su esposa, y sube con ella a la alcoba. Sorprendentemente, ella no protesta y acepta el juego.
  • Los dos matrimonios disfrutan de la visión de la mañana en el campo desde la terraza mientras se abrazan como si los cuatro formaran una sola pareja.

Anécdotas:

  • Seleccionada a concurso en el festival de Cannes de 2005.

Sobre los directores:

Los hermanos Larrieu nacieron en 1965 y 1966 (Jean-Marie es el mayor y Arnaud el pequeño) en la famosa localidad de Lourdes. Trabajan juntos en la realización de cortos y mediometrajes, normalmente rodados en la región de los Pirineos, y más tarde dan el salto al largo en 1999 con Fin d’été. No es, sin embargo, hasta su tercer film, Pintar o hacer el amor, cuando consiguen hacerse un nombre en el cine de su país, y estrenar su obra fuera de Francia.

Enlaces:

http://spanish.imdb.com/title/tt0431975/

http://www.golem.es/pintarohacerelamor/

http://blogdecine.com