La ardilla roja. España, 1993.
Director: Julio Medem
Guionista: Julio Medem
Intérpretes: Emma Suárez, Nancho Novo, Carmelo Gómez, Karra Elejalde, María Barranco
Temáticas de interés: machismo
Sinopsis:
Jota está a punto de suicidarse pero no encuentra el valor para hacerlo. En ese momento es testigo del accidente de una motorista. La acompaña al hospital; la joven sufre amnesia y Jota aprovecha la ocasión para hacerse pasar por su novio. Le dice que su nombre es Lisa y se la lleva a un camping, en teoría para hacerle recuperar la memoria, pero en realidad con la intención de que nadie la encuentre allí y poder prolongar la mentira durante más tiempo.
Comentario:
Aunque tal vez esa no fuera la intención del director, La ardilla roja es uno de los estudios más brillantes que se han llevado a cabo en el cine español sobre el machismo y los juegos de poder a los que éste lleva en las relaciones de pareja. Los roles sexuales establecidos para ellos y para ellas llevan a hombre y mujer a competir y a mentirse en lugar de confiar el uno en el otro. La película muestra esta situación a partir de una pareja ficticia basada en el engaño y en una dominación masculina que no sabemos si es real o igualmente postiza.
Jota le miente a Lisa; aprovechando su amnesia se la lleva con él, la secuestra, aunque sea un rapto más o menos consentido, para intentar llevar a cabo la fantasía machista suprema: ser el Pigmalión total de su chica, inventarle un nombre (puesto que ella no se llama Lisa) y una personalidad, probablemente la misma, o tal vez la opuesta, que la de su novia anterior, con la que se obsesionó hasta encontrarse al borde del suicidio. Ella no recela y al principio acepta todo lo que él propone sin cuestionárselo, disfruta encarnando a su fantasía erótica.
Pero el juego del machismo es eso, un juego, en el que la mujer finge someterse para enganchar al hombre y tener poder sobre él. Casi desde el principio, Lisa da indicios de ser algo más que la víctima que finge ser; ni Jota ni el espectador tienen claro si su amnesia es real, así que el juego de la mentira es mutuo y los puestos de dominante y dominado se intercambian constantemente. Para reforzar la parábola, Medem introduce en el camping a otra pareja que sí representa el cliché del poder patriarcal: un marido déspota y un ama de casa llorona.
La pregunta ante La ardilla roja es hasta qué punto el personaje de Lisa, juguetona, sensual, manipuladora, aparentemente frágil pero en realidad más fuerte que los hombres, es un estereotipo machista intencionado o no, es decir, si Medem critica el machismo en su concepción de los personajes o cae en él. Aunque su condena del patriarcado tradicional es evidente, su postura respecto a la otra cara del machismo, el matriarcado típico de todo el norte de España con sus hombres desvalidos y dependientes de la mujer dulce pero en realidad dominante, es más ambigua, como lo es la relación de Lisa con Félix, el marido del que está huyendo, como nos enteraremos más tarde. ¿Quién de los dos es la víctima? ¿Él es un maltratador o ella una mujer fatal que enloquece a los hombres? ¿Quién gana y quién pierde en el juego del machismo? Sea como sea está claro que nadie, el final feliz de la historia sólo puede llegar cuando ambos se desembarazan de las mentiras y consiguen olvidar sus roles y confiar el uno en el otro.
Escenas destacadas:
Anécdotas:
Sobre el director:
Julio Medem nace en San Sebastián en 1958. Estudia medicina, pero su interés acaba decantándose por la crítica de cine y posteriormente por la realización de modestos cortometrajes. Su opera prima Vacas (1992) supone una revolución estética y narrativa en el anquilosado cine español de esa época. Su audaz puesta en escena, basada en encuadres poco habituales que toman el punto de vista de la naturaleza, juegos con el montaje y un guión lleno de capas y metáforas, provoca reacciones enfrentadas entre la crítica. Su segunda película, La ardilla roja (1993), probablemente la mejor de su filmografía, es una inteligente sátira sobre el machismo a la vez que una inusual comedia romántica. Con Los amantes del círculo polar (1998) y Lucía y el sexo consigue por fin el éxito comercial y el reconocimiento como uno de los principales directores del cine español, aunque a costa de simplificar el contenido de sus películas. A continuación, en un sorprendente giro, decide dedicarse al documental político con La pelota vasca (2003), una película muy pobre a todos los niveles en comparación con su cine anterior, pero que sin embargo alcanza una gran taquilla a causa de la controversia que origina. En todo su cine - con la evidente excepción de La pelota vasca- la sensualidad está muy presente, sobrevolando las historias.
Comentario:
Aunque tal vez esa no fuera la intención del director, La ardilla roja es uno de los estudios más brillantes que se han llevado a cabo en el cine español sobre el machismo y los juegos de poder a los que éste lleva en las relaciones de pareja. Los roles sexuales establecidos para ellos y para ellas llevan a hombre y mujer a competir y a mentirse en lugar de confiar el uno en el otro. La película muestra esta situación a partir de una pareja ficticia basada en el engaño y en una dominación masculina que no sabemos si es real o igualmente postiza.
Jota le miente a Lisa; aprovechando su amnesia se la lleva con él, la secuestra, aunque sea un rapto más o menos consentido, para intentar llevar a cabo la fantasía machista suprema: ser el Pigmalión total de su chica, inventarle un nombre (puesto que ella no se llama Lisa) y una personalidad, probablemente la misma, o tal vez la opuesta, que la de su novia anterior, con la que se obsesionó hasta encontrarse al borde del suicidio. Ella no recela y al principio acepta todo lo que él propone sin cuestionárselo, disfruta encarnando a su fantasía erótica.
Pero el juego del machismo es eso, un juego, en el que la mujer finge someterse para enganchar al hombre y tener poder sobre él. Casi desde el principio, Lisa da indicios de ser algo más que la víctima que finge ser; ni Jota ni el espectador tienen claro si su amnesia es real, así que el juego de la mentira es mutuo y los puestos de dominante y dominado se intercambian constantemente. Para reforzar la parábola, Medem introduce en el camping a otra pareja que sí representa el cliché del poder patriarcal: un marido déspota y un ama de casa llorona.
La pregunta ante La ardilla roja es hasta qué punto el personaje de Lisa, juguetona, sensual, manipuladora, aparentemente frágil pero en realidad más fuerte que los hombres, es un estereotipo machista intencionado o no, es decir, si Medem critica el machismo en su concepción de los personajes o cae en él. Aunque su condena del patriarcado tradicional es evidente, su postura respecto a la otra cara del machismo, el matriarcado típico de todo el norte de España con sus hombres desvalidos y dependientes de la mujer dulce pero en realidad dominante, es más ambigua, como lo es la relación de Lisa con Félix, el marido del que está huyendo, como nos enteraremos más tarde. ¿Quién de los dos es la víctima? ¿Él es un maltratador o ella una mujer fatal que enloquece a los hombres? ¿Quién gana y quién pierde en el juego del machismo? Sea como sea está claro que nadie, el final feliz de la historia sólo puede llegar cuando ambos se desembarazan de las mentiras y consiguen olvidar sus roles y confiar el uno en el otro.
Escenas destacadas:
- Haciendo un ejercicio para recuperar la memoria, Lisa empieza a hablar de cosas que le gustan. Para estupefacción de Jota, empieza a llevar la conversación por derroteros subidos de tono dando detalles sobre cosas que le gusta hacer en la cama.
- Félix, el marido de Lisa, la encuentra en el camping y viene a buscarla. Le dice que sin ella está sin vida, ni siquiera puede sangrar, y para demostrarlo se corta la cara con unas tijeras a la vista de todos los veraneantes.
Anécdotas:
- Curiosamente, existe en la realidad un camping llamado La ardilla roja, como el de la película, y está situado cerca de la localidad madrileña de San Martín de Valdeiglesias.
- Su mala distribución y nula promoción la hicieron pasar muy desapercibida en taquilla. La reacción entre los críticos fue muy dispar, oscilando entre quienes la rechazaban violentamente y quienes la consideraban una de las obras más singulares y destacadas de esa época en el cine español. El tiempo les dio la razón a estos últimos: Julio Medem fue considerado un valor sobre el que merecía la pena apostar y no le faltarían los éxitos de taquilla más adelante.
- Se presentó en el festival de Cannes fuera de la sección oficial, con relativo éxito. Consiguió unos cuantos premios de pequeña y mediana categoría, además de tres nominaciones a los Goya (mejor actriz, actriz secundaria y banda sonora, apartado en la que el hoy prestigioso Alberto Iglesias salió triunfador).
Sobre el director:
Julio Medem nace en San Sebastián en 1958. Estudia medicina, pero su interés acaba decantándose por la crítica de cine y posteriormente por la realización de modestos cortometrajes. Su opera prima Vacas (1992) supone una revolución estética y narrativa en el anquilosado cine español de esa época. Su audaz puesta en escena, basada en encuadres poco habituales que toman el punto de vista de la naturaleza, juegos con el montaje y un guión lleno de capas y metáforas, provoca reacciones enfrentadas entre la crítica. Su segunda película, La ardilla roja (1993), probablemente la mejor de su filmografía, es una inteligente sátira sobre el machismo a la vez que una inusual comedia romántica. Con Los amantes del círculo polar (1998) y Lucía y el sexo consigue por fin el éxito comercial y el reconocimiento como uno de los principales directores del cine español, aunque a costa de simplificar el contenido de sus películas. A continuación, en un sorprendente giro, decide dedicarse al documental político con La pelota vasca (2003), una película muy pobre a todos los niveles en comparación con su cine anterior, pero que sin embargo alcanza una gran taquilla a causa de la controversia que origina. En todo su cine - con la evidente excepción de La pelota vasca- la sensualidad está muy presente, sobrevolando las historias.
5 comentarios:
No recuerdo bien La ardilla roja, pero se me quedó grabado lo que me molestaron los papeles femeninos en Tierra, especialmente el de Silki.
Con Tierra tuve la sensación de que o bien la simbología era muy intrincada y yo no la estaba comprendiendo, o bien era simplona y pueril, con lo de la mujer etérea que se llama Ángela y la mujer terrenal con el pelo rojo ... Con los años Medem fue cayendo en estereotipos femeninos cada vez más complacientes: en La ardilla roja al menos ironiza con eso, no cae en el tópico sin más.
He escrito "Silki" ups, Silke.
Es que yo entendí bien Terra porque nos la pusieron en la facultad y vino Medem a explicarla. Efectivamente, era todo rebuscadísimo. Sólo si conoces las leyendas vascas en las que se basa, lo puedes comprender. En aquella época me quedé muy alucinada de la capacidad que tenía para trasladar toda esa fantasía popular a una película. Sí que era algo como lo de dices, de las diferentes facetas de la mujer y (esto es muy típico) la tierra como el símbolo de la fertilidad y, por lo tanto, equivalente a la mujer, etc...
Gran blog! Al igual que Medem, consigue usted darle un nuevo significado a la expresión "paja mental". Le linko en mi blog.
Saludos.
Muy amable, señor Vania, me alegro de que los fans de Chejov me lean :-) Queda usted enlazado.
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