Director: Blake Edwards
Guionista: George Axelrod, a partir de la novela de Truman Capote
Intérpretes: Audrey Hepburn, George Peppard, Patricia Neal, Martin Balsam
Temáticas de interés: prostitución
Sinopsis:
Paul Varjak, un joven con vocación de escritor, se gana la vida mantenido por la esposa de un hombre rico, que le propone trasladarse a Nueva York. Nada más llegar se ve introducido en el torbellino de la vida de su arrolladora vecina, Holly Golighty, una buscavidas aspirante a actriz tan alocada como tierna.
Comentario:
Desayuno con diamantes se inspira en una novela corta en la que Truman Capote mezclaba hábilmente el romanticismo con unos toques ácidos no muy aptos para el Hollywood de la época. El reto del que el director Blake Edwards salío más que airoso era el conseguir un producto asimilable para la todavía poderosa censura de aquel entonces sin desvirtuar el rico material del relato. Para conseguirlo optó por un tratamiento de alta comedia sofisticada a la medida de Audrey Hepburn, una Holly Golighty sin los toques arrabaleros del personaje literario, arropada por la famosa música de Henry Mancini y por una Nueva York colorista y casi pop; este envoltorio dulcifica pero no elimina los aspectos crudos de la historia de una chica que flirtea con el mundo del hampa y que vive al borde de la prostitución.
Es frecuente leer que esta película trata sobre una prostituta de lujo. Holly no recibe llamadas de clientes, pero vive de noche, no tiene ninguna ocupación conocida y desde luego utiliza sus encantos para rodearse de hombres ricos que pagan sus gastos a cambio de la promesa de un encuentro sexual que ella en el último momento esquiva con menor o mayor habilidad, mientras sueña con casarse con un millonario lo más tonto posible. Es un personaje perfecto para ilustrar un debate sobre donde acaba la mujer arribista y donde empieza la prostituta; buena parte del interés de Holly es lo imprevisible y azaroso de su futuro, algo de lo que ella es perfectamente consciente: se mueve en una delgada línea entre el todo y la nada, ser un modelo de femineidad y éxito social o caer en la más sórdida marginación.
Desayuno con diamantes es la historia de la fascinación que esta chica ejerce sobre todo el mundo, pero en particular sobre su vecino, un joven aspirante a escritor para el que el torbellino de Holly agita e ilumina su visión intelectualoide y pesimista de las cosas. La película embellece y heterosexualiza a un personaje que en la novela, narrada en primera persona, era un evidente alter ego del propio Capote, y lo transforma en un muy guapo enamorado. Pero introduce un elemento que no estaba presente en la novela: Paul, el escritor, vive de las mujeres al igual que Holly de los hombres. Además, se presenta como un personaje pasivo que acepta ser utilizado por la chica, que incluso le cambia de nombre para ponerle el de su hermano, y su masculinidad se pone en entredicho en matices como ser llamado baby por otro hombre, el agente de Holly, o entrar con uno de los pretendientes de esta en un cuarto de baño, una situación cuyo potencial homosexual no habría sido eludido en una película de hoy. Por eso no deja de resultar un poco chirriante que el personaje se aparte de esta tradición en la comedia del hombre sumiso frente a la mujer carismática tipo La fiera de mi niña y que adopte hacia el final de la historia una pose dominante y convencional.
El mérito incuestionable de Desayuno con diamantes es haber colado ante la censura de la época una historia de amor entre dos personajes que viven en cierta manera de la prostitución, tomar un relato agridulce sobre un personaje a la vez frívolo, tierno y cruel que busca su lugar en un mundo complicado, y convertirlo, sin desvirtuarlo, en una comedia romántica. El encanto de Audrey Hepburn es una pieza clave en este éxito, y también lo es el salpicar la historia con insertos muy del gusto de Blake Edwards, como la secuencia de una extravagante fiesta, todo un ensayo de una obra posterior del director, El guateque.
Es frecuente leer que esta película trata sobre una prostituta de lujo. Holly no recibe llamadas de clientes, pero vive de noche, no tiene ninguna ocupación conocida y desde luego utiliza sus encantos para rodearse de hombres ricos que pagan sus gastos a cambio de la promesa de un encuentro sexual que ella en el último momento esquiva con menor o mayor habilidad, mientras sueña con casarse con un millonario lo más tonto posible. Es un personaje perfecto para ilustrar un debate sobre donde acaba la mujer arribista y donde empieza la prostituta; buena parte del interés de Holly es lo imprevisible y azaroso de su futuro, algo de lo que ella es perfectamente consciente: se mueve en una delgada línea entre el todo y la nada, ser un modelo de femineidad y éxito social o caer en la más sórdida marginación.
Desayuno con diamantes es la historia de la fascinación que esta chica ejerce sobre todo el mundo, pero en particular sobre su vecino, un joven aspirante a escritor para el que el torbellino de Holly agita e ilumina su visión intelectualoide y pesimista de las cosas. La película embellece y heterosexualiza a un personaje que en la novela, narrada en primera persona, era un evidente alter ego del propio Capote, y lo transforma en un muy guapo enamorado. Pero introduce un elemento que no estaba presente en la novela: Paul, el escritor, vive de las mujeres al igual que Holly de los hombres. Además, se presenta como un personaje pasivo que acepta ser utilizado por la chica, que incluso le cambia de nombre para ponerle el de su hermano, y su masculinidad se pone en entredicho en matices como ser llamado baby por otro hombre, el agente de Holly, o entrar con uno de los pretendientes de esta en un cuarto de baño, una situación cuyo potencial homosexual no habría sido eludido en una película de hoy. Por eso no deja de resultar un poco chirriante que el personaje se aparte de esta tradición en la comedia del hombre sumiso frente a la mujer carismática tipo La fiera de mi niña y que adopte hacia el final de la historia una pose dominante y convencional.
El mérito incuestionable de Desayuno con diamantes es haber colado ante la censura de la época una historia de amor entre dos personajes que viven en cierta manera de la prostitución, tomar un relato agridulce sobre un personaje a la vez frívolo, tierno y cruel que busca su lugar en un mundo complicado, y convertirlo, sin desvirtuarlo, en una comedia romántica. El encanto de Audrey Hepburn es una pieza clave en este éxito, y también lo es el salpicar la historia con insertos muy del gusto de Blake Edwards, como la secuencia de una extravagante fiesta, todo un ensayo de una obra posterior del director, El guateque.
Escenas destacadas:
- Su interesante vecina se presenta a Paul explicándole que su gato no tendrá nombre mientras su dueña no consiga estabilizarse en su vida y encontrar un sitio en el que se encuentre tan a gusto como en la joyería Tiffany & Co.
- Holly interrumpe, a la vez que inspira, el trabajo de su vecino cantando con su guitarra en una típica escalera de incendios neoyorquina uno de los temas más famosos de la historia del cine, Moon river de Henry Mancini.
- Paul y Holly se embarcan en una amarga discusión en la que la joven, borracha, le pide que acepte su dinero ya que está acostumbrado a que lo mantengan las mujeres. Él, cortante, le responde que se lo ahorre porque su poco atractivo pretendiente es una forma muy dura de ganárselo. Ella replica de forma fulminante: se tarda exactamente cuatro segundos en ir de aquí a la puerta. Te doy dos.
Anécdotas:
- Al importante éxito de taquilla alcanzado por el film, se sumaron dos Oscar a la mejor banda sonora y mejor canción para Henry Mancini, y otras tres nominaciones: mejor actriz, guión adaptado y dirección artística.
- Al parecer, Mancini compuso Moon river a propósito para que pudiera ser cantado por Audrey Hepburn, que carecía de formación musical. Un ejecutivo propuso cortar la secuencia en la que se canta esa canción tan tonta, a lo que Hepburn respondió que por encima de su cadáver.
- Por lo visto Truman Capote siempre pensó en Marilyn Monroe para el papel de Holly Golighty, pero el famoso profesor de actores Lee Strasberg le recomendó a la actriz que no lo aceptara. Curiosamente, Audrey Hepburn no se veía en el papel y consideraba el haber sido elegida como un error de casting.
Blake Edwards (Oklahoma, 1922) trabaja como actor y guionista antes de convertirse en uno de los principales artesanos de Hollywood durante los años 60. Tras éxitos como Desayuno con diamantes y Días de vino y rosas, sus enfrentamientos con los estudios debilitan su carrera, que no vivirá un nuevo esplendor hasta comienzos de los años 80 con 10 la mujer perfecta y Victor o Victoria, su única nominación al Oscar. En las comedias sofisticadas que le hicieron famoso abundan los equívocos sexuales y los planteamientos sobre cuestiones de roles de género.
Enlaces:
IMDB
Wikipedia
Aula de cine