29 septiembre 2007

Un asunto de mujeres: abortos clandestinos

Une affaire de femmes. Francia, 1988.

Director: Claude Chabrol

Guionista: Claude Chabrol y Colo Tavernier, basándose en la novela de Francis Szpiner

Intérpretes: Isabelle Huppert, François Cluzet, Nils Tavernier, Marie Trintignant

Temáticas de interés: Aborto

Sinopsis:

En la Francia del régimen de Vichy, colaboracionista con el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial, Marie ayuda a una de sus vecinas a realizar un aborto clandestino. Pronto se da cuenta del dinero que puede sacar dedicándose a esa actividad, inconsciente de los problemas que le puede acarrear con las nuevas autoridades del país.

Comentario:

La interrupción voluntaria del embarazo es uno de los temas más controvertidos que pueden existir y, por lo tanto, de los más difíciles de abordar por el cine. La mayor parte de las películas que lo han hecho han caído en el panfleto de escasa profundidad dramática, ya sea por parte del bando antiabortista, por lo general vinculado estrechamente al pensamiento religioso, con títulos como El derecho de nacer, o por los defensores de la libertad de la madre a elegir, donde tenemos un ejemplo relativamente reciente con El secreto de Vera Drake de Mike Leigh. En ambos casos los personajes que ayudan a la embarazada a abortar se muestran de forma terriblemente maniquea, o bien como malvados sin moral que sólo buscan el ánimo de lucro y que se complacen en destruir la familia y la sociedad, o bien como héroes con gran conciencia social que se ven perseguidos por fuerzas reaccionarias y represoras de moral hipócrita. La corrección política que impera en la actualidad prefiere evitar un tema que, se aborde como se aborde, siempre va a acabar molestando a unos o a otros, por lo que los tiempos en los que Liza Minnelli abortaba en Cabaret (1972) sin que su decisión fuera ensalzada, condenada ni subrayada en ningún sentido parecen muy lejanos.

Por lo tanto, tiene mucho mérito que Un asunto de mujeres sea de los pocos títulos que han puesto el tema sobre la mesa y lo hayan utilizado para plantear una historia muy rica dramáticamente en la que es difícil tomar partido. Resulta cínico que las autoridades filonazis del film consideren el aborto como un delito grave por ser un atentado contra la vida cuando ellos mandan a la gente a campos de exterminio a diestro y siniestro, un ejemplo extremo de la actitud de doble moral de muchos sectores sociales antiabortistas, que disfrazan de preocupación por la vida del feto lo que no es más que un afán de reprimir la libertad de las mujeres e imponer una rígida moral sexual. Pero por otro lado la comadrona que ayuda a las mujeres a llevar a cabo abortos clandestinos no es ninguna heroína feminista: contagiada de la miseria moral que reina en la Francia colaboracionista, se aprovecha de la situación para lucrarse a costa del drama de muchas mujeres que sufren embarazos no deseados. El personaje no es ningún monstruo y probablemente en otras circunstancias se habría comportado de otra manera, pero está claro que, aunque sea finalmente capturada y condenada por los nazis, la condición de víctima en la historia está reservada a aquéllas que tienen que llevar a cabo sus abortos de forma clandestina, sin la atención sanitaria adecuada y a expensas de usureros que sacan partido de su situación. Tampoco hay, por otra parte, otro verdugo además de la época histórica en la que transcurre la acción. En esta película tan poco complaciente, tal vez donde más se deje translucir la opción ideológica del director sea en la elección del título: la interrupción del embarazo es, efectivamente, un asunto de mujeres en el que cada embarazada debe tomar su propia decisión con la atención y la información adecuadas.

Escenas destacadas:
  • Una de las clientas de Marie le habla de su situación desesperada. Intenta sacar adelante a sus muchos hijos, a los que se ve incapaz de amar, y no puede soportar la idea de tener otro más. Marie escucha este testimonio con su habitual e inconsciente tranquilidad.

Anécdotas:

  • El film se inspira en la historia real de Marie-Louise Giraud, la última mujer condenada a muerte en Francia en 1942 bajo el régimen de Pétain.
  • Se trata de la segunda de las siete ocasiones en las que hasta ahora han trabajado juntos el director Claude Chabrol y la actriz Isabelle Huppert.

Sobre el director:

Claude Chabrol nace en París en 1930. Junto con François Truffaut, Jean-Luc Godard, Eric Rohmer y Alain Resnais, forma parte de la llamada nouvelle vague que va a revolucionar el celuloide francés de finales de los 60 y que sentará las bases del cine moderno en todo el mundo. Dentro de esta corriente, Chabrol llevará a cabo un muy particular cine negro especializado en diseccionar las neurosis y los conflictos personales y familiares de pequeñoburgueses que viven en ciudades de provincias, inspirándose muchas veces en historias que lee en la sección de sucesos de los periódicos. El sexo y el erotismo un tanto malsanos forman parte de los secretos que suelen esconder sus personajes.

Enlaces:

IMDB

El criticón

DVDGo

13 septiembre 2007

Vestida para matar: el sexo y la muerte

Dressed to kill. USA, 1980.

Director y guionista: Brian de Palma

Intérpretes: Michael Cane, Angie Dickinson, Nancy Allen

Temáticas de interés: crimen sexual, transexualidad, promiscuidad

Sinopsis:

El psiquiatra Robert Elliott está inquieto ante el estado mental de uno de sus pacientes, un transexual que le presiona para que autorice su operación de cambio de sexo, con la que el doctor no está de acuerdo. El perturbado, vestido de mujer, persigue y mata a Kate Miller, otra de las pacientes de Elliott, y a continuación comienza a acosar a una prostituta testigo presencial del crimen.

Comentario:

Cuando hablamos de Instinto básico o de Atracción fatal, ya comentamos que es típico en el cine comercial asociar sexo con peligro, y de hecho esta entrada podría haber llevado muy fácilmente el mismo título que tiene la de Atracción fatal: los peligros de una cana al aire. Vestida para matar es, además, una traducción no muy exacta de dressed to kill, una expresión inglesa que quiere decir vestida para seducir, vestida de forma muy provocativa, pero que en este caso juega también con el sentido literal de vestida para matar, asociando íntimamente sexo y muerte, eros y tanatos, como dirían los psicoanalistas. Se ha hablado ya muchas veces, con bastante razón, de que el cine de terror tradicionalmente condena a muerte a los jóvenes que tienen relaciones sexuales y mantiene vivas a chicas inocentes que todavía conservan su virginidad, esquema que resulta muy evidente en Halloween y sus imitaciones tipo Viernes 13. Son innumerables las películas en las que aceptar la invitación de un(a) atractivo(a) desconocido(a) tiene por resultado la muerte del imprudente que se deja seducir, idea con la que jugaba de forma muy inteligente el film Suavemente me mata. Hasta me atrevería a decir que el temor que sienten muchas personas a la hora de quedar en persona con alguien que han conocido a través de Internet se fundamenta en buena parte en la cantidad de películas y telefilms que todos hemos visto en los que este tipo de citas a ciegas acaban muy mal. El género del thriller erótico vendría a funcionar en general, por tanto, como una especie de versión moderna del relato bíblico de Sodoma y Gomorra, historias moralizantes que nos recuerdan que el pecado sexual tiene su castigo.

Vestida para matar va incluso un poco más lejos: el policía que tiene que investigar el asesinato del personaje de Angie Dickinson llega a decir que la víctima iba buscando la muerte. Sexualmente insatisfecha, esta mujer muestra un comportamiento provocativo desde la primera escena en la que aparece, en la que intenta seducir descaradamente a su psiquiatra para a continuación flirtear con un desconocido con el que se cruza en un museo. Esta actitud pecaminosa supone en efecto buscarse la muerte según los parámetros habituales del cine comercial, más aún en una mujer y todavía más si está casada. Así pues, la película mantiene al mismo tiempo una fascinación morbosa por el sexo, como se muestra en la escena en la que este personaje está en la ducha y la cámara recorre su cuerpo con enorme voluptuosidad, y un terror hacia él, ambivalencia típica de la represión sexual, sobre todo en personas con una marcada educación religiosa, católica especialmente, como es el caso del director Brian de Palma.

Esta mirada apocalíptica pero enfermizamente fascinada en temas sexuales se acentúa aún más al enfrentarse con las sexualidades más heterodoxas, en este caso la transexualidad. Conforme avanza el film descubriremos que la asesina es el paciente transexual del psiquiatra, un perturbado peligroso. La televisión da la noticia de una operación de cambio de sexo con unos tintes un tanto sensacionalistas, reforzando la asociación entre transexualidad y enfermedad mental.

Pero todo esto no quiere decir que Vestida para matar sea un film simplón ni de intención moralista. Todo lo contrario, la estructura y la puesta en escena enloquecidas del film, que como suele ocurrir en el cine de su director, dan una vuelta de tuerca tras otra al cine ya en sí retorcido de Hitchcock, elimina cualquier posibilidad de una lectura unidireccional. De hecho, si se tratara de un relato reaccionario canónico, tendría que haber acabado necesariamente con la muerte de la otra protagonista femenina, una prostituta. Las ideas respecto a la sexualidad que planean sobre la película son más bien contradictorias, reflejando probablemente la confusión del director y guionista.

Escenas destacadas:
  • Kate Miller escribe una nota de despedida para su amante ocasional; buscando un papel para escribir encuentra un informe médico que le revela que el hombre tiene una enfermedad venérea. Kate sale del apartamento en estado de shock; en el ascensor se encuentra con una misteriosa rubia con gafas de sol que la ataca con una navaja de afeitar.

Anécdotas:

  • La intención del director era dirigir A la caza, sobre un asesino que actúa en los ambientes gays de Nueva York. Cuando el proyecto acabó en manos de William Friedkin, De Palma adaptó el guión que tenía escrito convirtiéndolo en una historia heterosexual.
  • El personaje de la prostituta acosada por el asesino transexual lo interpreta Nancy Allen, por entonces esposa del director y guionista. En una época donde el feminismo tenía aún mucho poder y auge, De Palma sufrió muchas críticas por ofrecerle a su mujer semejante papel.
  • El éxito del film en taquilla fue enorme: la recaudación americana quintuplicó la inversión realizada en el film, mientras que en España más de 800.000 espectadores acudieron a verla. Entre los críticos hubo mayor divisón de opiniones, con un fuerte rechazo entre ciertos sectores derechistas que propició que tanto Brian de Palma como Michael Caine y Nancy Allen fueran nominados a los cobardes y reacionarios premios razzie a los peores films del año.
Sobre el director:

Brian de Palma nace en Nueva Jersey en 1940; durante los años 60 comienza a interesarse por el cine y a llevar a cabo películas experimentales. Su fascinación por el terror le lleva a un registro más comercial consiguiendo su primer éxito con Hermanas en 1973. Sus angustiosas, retorcidas y rocambolescas historias, puestas en imágenes de forma extremadamente barroca y manierista, llaman la atención a la crítica y la desorientan al mismo tiempo, mientras los fans del terror acogen a De Palma como uno de los nuevos maestros del género. Los traumas sexuales están muy vinculados a la muerte en su cine, en el que lo relativo al sexo se suele mostrar de una forma enfermiza. Vestida para matar es una de sus obras más importantes y características.

Enlaces:

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El criticón


Pasadizo